Opinión

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El Instituto de la Construcción en la próxima década

Por Mauricio Salinas Amaral, presidente del Instituto de la Construcción En sus casi tres décadas de existencia, el Instituto de la Construcción (IC) ha demostrado ser una institución única, capaz de…

Por Mauricio Salinas Amaral, presidente del Instituto de la Construcción

En sus casi tres décadas de existencia, el Instituto de la Construcción (IC) ha demostrado ser una institución única, capaz de articular de forma eficaz a los sectores público, privado y académico en torno a un objetivo común: elevar la calidad, productividad y sostenibilidad del sector. Esta vocación de articulación, técnica y sin fines de lucro, debe no solo mantenerse, sino evolucionar ante los desafíos que nos presenta el futuro. El desafío que enfrentamos de cara a los próximos diez años nos obliga a pensar no solo en qué hemos sido, sino en qué debemos convertirnos.

Hoy el IC debe reafirmar y profundizar su rol como espacio técnico y neutro para la articulación de políticas y normativas, pero también debe convertirse en un referente activo en materias como cambio climático, tecnologías constructivas, vivienda digna, eficiencia hídrica y energética, y resiliencia ante desastres naturales. Nuestros aportes en iniciativas como la Certificación Edificio Sustentable o el trabajo en normativas contra incendios y sismos, el impulso y la participación activa en el Código Modelo Sísmico para América Latina y el Caribe, entre otras, nos muestran que el IC tiene la experiencia y el conocimiento necesarios para ser protagonista. Hemos sido impulsores de una nueva forma de pensar la construcción: centrada en las personas, orientada al bienestar y con foco en la evidencia técnica.

En un contexto marcado por crisis climática, transformaciones urbanas y demandas ciudadanas por mayor calidad de vida, necesitamos un Instituto que escuche, convoque y proponga. Que esté presente en la opinión pública, que forme parte de los debates regulatorios, que impulse la modernización del sector, que lidere conversaciones sobre cambio climático, eficiencia hídrica y energética, tecnologías constructivas, industrialización, digitalización de permisos y regulación urbana, que sea una plataforma para la innovación normativa y la generación de consensos técnicos. 

Para ello, debemos fortalecer nuestra sostenibilidad institucional, diversificando fuentes de financiamiento, optimizando nuestra gestión interna y ampliando nuestra base de socios. Y, sobre todo, seguir promoviendo una cultura de colaboración entre todos los actores del ecosistema. 

En ese sentido, el IC no solo debe responder a las urgencias del presente, porque el futuro del Instituto está directamente vinculado al futuro del país. Y construir mejor, de forma más justa, segura y sustentable, es una responsabilidad colectiva que comienza en nuestra mesa de trabajo.


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