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Banca ética: El futuro del financiamiento de proyectos sostenibles

Febrero 5, 2021

Proyectos e iniciativas que integran el concepto de construcción sostenible, son altamente valoradas por contribuir al hábitat y bienestar de las personas.

La banca ética o banca social se denomina a las instituciones financieras que invierten en proyectos que generan un impacto positivo a nivel social y medioambiental, cuyos criterios de inversión están alineados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible definidos por la ONU en 2015.

El foco de la banca ética está en 3 áreas fundamentales de la economía: Educación y cultura; desarrollo e inclusión social; naturaleza y medio ambiente.

En esta última área, proyectos e iniciativas que integran el concepto de construcción sostenible, ya sea en edificaciones públicas, comerciales o residenciales, son altamente valoradas por contribuir al hábitat y bienestar de las personas.

Justamente para vincular a empresas, evaluadas rigurosamente en impacto y riesgo, con personas que invierten en éstas, obteniendo rentabilidad económica y generando impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, es que se creó Doble Impacto, una plataforma de inversiones que está haciendo realidad la banca ética en Chile.

“Lo que buscamos es promover productos y servicios que incentiven la construcción de hábitats que sean inclusivos y que permitan mejorar la calidad de vida de las personas, comunidades y territorios, a través de la construcción de viviendas sustentables, la regeneración urbana, el transporte sostenible y la construcción de ciudades inteligentes, impulsando la cooperación al desarrollo, a través del fomento de una economía colaborativa cuyo objetivo sea el desarrollo local de los territorios”, señala Gerardo Wijnant,Responsable Impacto Nacional en Doble Impacto.

Financiamiento

Si bien los montos de financiamiento son variados, Doble Impacto ha apoyado proyectos que van desde los $10 millones hasta casi $1.000 millones, monto que va destinado a capital de trabajo, adelanto de pago de licitaciones públicas de obras, inversiones en activo fijo, tales como maquinarias, equipos, importaciones y también factoring.

“Buscamos entender las necesidades especificas y modelar los créditos de acuerdo a los flujos del negocio respectivo y no con esquemas fijos, sino flexibles, de manera de acompañar a las empresas que optan por un desarrollo sostenible, en sus procesos de consolidación y crecimiento”, agrega Gerardo.

En este sentido, proyectos que contribuyan a la economía circular de la industria son clave. “Nos interesan proyectos que aseguren la disponibilidad de edificaciones, infraestructura y materiales de construcción con criterios de sustentabilidad en todo su ciclo de vida. Al mismo tiempo, que minimicen el nivel de emisiones generadas, el consumo energético de las edificaciones y que revaloricen los residuos de la construcción, logrando desincentivar el uso de vertederos, muchas veces ilegales. Es muy importante que todos los proyectos deben contener un irrestricto respeto al medio ambiente y en ningún caso ser causal de su deterioro ni el de los ecosistema circundantes a estos proyectos”, comenta Gerardo Wijnant.

Caso de éxito

En Chile tenemos varias empresas constructoras que están recibiendo apoyo de la Banca Ética para mejorar viviendas sociales, fortalecer de hábitats inclusivos y obras públicas que generan mayor bienestar. Un ejemplo, es la empresa constructora Trisal de la región del Biobío, específicamente de Lebu que fundó la empresa para solucionar una necesidad de su localidad de reparar y construir viviendas sociales.

“Naturalmente este trabajo le genera utilidad, pero contribuye también en la solución de una problemática que tiene que ver con el mejoramiento de viviendas, mejoramientos de escuelas públicas y espacios públicos. Así, hay muchos casos similares y otros que vamos prospectando. En el último año, hemos aportado financiamiento a constructoras que han contribuido al mejoramiento de 4.778 viviendas sociales nuevas o reacondicionando otras ya construidas”, señala Gerardo.

Sin duda, aún tenemos un largo camino que recorrer, donde todos los actores de la industria de la construcción son fundamentales.

“Las empresas deben comprender que su rol no es solo maximizar utilidades, sino que ser actores relevantes para resolver problemas sociales y ambientales. En ese sentido, nuestro desafío es que las empresas constructoras, que perfectamente pueden generar proyectos que sean compatibles con un desarrollo sostenible, sepan que existe financiamiento para ello ya que hay un interés creciente de la ciudadanía por percibir y visualizar aquellas empresas que hacen bien a la sociedad y generan un impacto positivo”, concluye.


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